La Tribuna

Juan Antonio Moya Sánchez

Sacerdote y Psicólogo

A vueltas con el seminario

Hace unos días Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario general para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, adelantaba, en una entrevista concedida a un periódico almeriense, la posibilidad de que la Diócesis de Almería se desprenda de un bien que resulte doloroso. No pasan ni dos días cuando en la web del mismo medio, Eduardo de Vicente, escribe un artículo donde afirma que la crisis vocacional ha obligado al cierre definitivo del edificio del Seminario como lugar de formación de sacerdotes. Por lo que sugiere la conveniencia de destinarlo a parador turístico o a centro educativo, aunque no sea de la iglesia.

Ambas publicaciones se suceden tras la noticia publicada en el portal de información «Infovaticana», que hablaba del proceso de venta del Seminario a unos fondos de inversión, y a la que en un primer lugar, no le presté apenas atención, dado que se trataba de una noticia no contrastada, y me resisto a creer que una operación de esta envergadura pueda llevarse a cabo de espaldas al sentir de los fieles y del clero de la diócesis.

No creo en las casualidades. Sí creo en la providencia y en la maldad del hombre, cuya naturaleza está herida por el pecado original. Por eso me resulta inevitable preguntarme ¿estamos ante una operación de blanqueo de la decisión más disparatada de la historia de la iglesia de Almería? Eduardo de Vicente ¿quién le ha dicho usted que el cierre del Seminario es definitivo? Porque al clero nos dejó muy claro nuestro actual obispo, que se trataba de un cierre transitorio y provisional.

¿O tiene usted una información que nosotros desconocemos?. Veo en su escrito una total ignorancia de la historia reciente de las vocaciones. Y se lo puedo decir yo que he sido durante 18 años Rector de ese Seminario, Mayor y Menor. Hemos vivido épocas mucho peores desde el punto de vista vocacional. Precisamente el traslado del Seminario a Granada fue un error que minó severamente las vocaciones. A finales de los años 70 tuvimos un tiempo de auténtico barbecho vocacional. Hay fotos donde se va claramente que, en el Seminario de Almería en Granada, había solamente cuatro seminaristas.

Cuando don Rosendo se trajo el Seminario de nuevo a la Diócesis, empezaron menos seminaristas de los que quedaban cuando se ha tomado la decisión de trasladarlos a Murcia. Ha habido repunte vocacional en distintos momentos de la historia reciente, yo mismo lo he vivido llegando a tener más de 50 seminaristas entre el mayor y el menor, con más de 50 ordenaciones sacerdotales en esos 18 años. Las vocaciones van oscilando, según muchas circunstancias de todo tipo, pero no sé de dónde saca usted las dotes de pitonisa, ni quien le ha regalado la bola de cristal, para asegurar que “ya se fueron las vocaciones, y por lo que se ve, lo hicieron para siempre”. Esto contradice cualquier tipo de lógica histórica. Aunque parezca que hay algunos empeñados en que así sea y estén, consciente o inconscientemente, poniendo los medios para ello. El efecto Pigmalión funciona precisamente así: da algo por hecho, que puede acabar sucediendo. El Seminario, readaptado, no está hecho para 200 seminaristas, hacinados en pabellones, como estuvieron en su momento, ni siquiera está hecho para 100. El Seminario es un centro que contiene ahora lo mejor biblioteca de la diócesis, en una parcela con zonas verdes y dependencias suficientes como para poder albergar algunas otras funciones compatibles con la estancia de seminaristas en el futuro. Obstinarse en prescindir de este edificio, dado que no estamos en situación de extrema necesidad, y eso todo el mundo lo sabe, es estrangular a conciencia el futuro de la diócesis. Y eso solo se puede explicar desde oscuros intereses, sean del tipo que sean.

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