Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Violencia y concordia

El éxito del nacionalismo católico (PNV) y del de izquierdas (Bildu) es en gran medida un asunto económico

Max Weber duerme junto a mí desde hace años. Yace sobre mi mesilla de noche, casi apergaminado, en un ejemplar de su Ética protestante y orígenes del capitalismo que ha permanecido fijo, junto con otros libros que sí han ido variando, en una de esas torres de papel que solemos tener a nuestro lado junto con un flexo, un transistor, un cargador y una botellita de agua. Más recientemente, se incorporó a la callada tropa nocturna un ejemplar de Economía y sociedad, que coloqué justo encima del anterior para que pudieran ambos roncar en alemán, como buenos hermanitos del mismo padre. En este último fichaje busqué la cita: “Estado es aquella comunidad humana que dentro de un determinado territorio reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Pero, como reza el eslogan de la época de Manuel Fraga al frente del Ministerio de Información y Turismo del franquismo desarrollista, Spain is different. Y aquí, en Spain, el Estado no ya no ejerce (con éxito) la violencia, sino que va prescindiendo de su fuerza. El sistema autonómico y las cesiones competenciales, así como los privilegios fiscales de las regiones más ricas (Cataluña próximamente en el plantel) hacen que nuestro Estado sea un cubo de Rubik que no acaba nunca de cuadrar. La verdadera violencia contemporánea la ejerció ETA contra el Estado. Un factor criminógeno que ha tenido efectos rentables para el País Vasco.

Ayer supimos que los vascos, y sobre todo los jóvenes y las clases burguesas, votan “a lo suyo”. Ninguna objeción. Y aunque la mona se vista de seda –o de gore tex–, la mona fundamental de la victoria independentista es económica. Weber, en Ética protestante..., propone, en contra de Marx, que fue la sacralización de la prosperidad individual que da alma al protestantismo lo que originó el capitalismo. Pero cabe pensar lo contrario: “Es la economía, estúpidos”, dijo aquel asesor de campaña de Clinton, quizá sin saber que eso mismo lo dijo Karl Marx mucho antes. El motor de la historia es la economía, más que las ideas. Vote usted que va primero: si fue la gallina económica o fue el huevo ideológico. Pero el éxito del nacionalismo católico (PNV) y del de izquierdas (Bildu) es en gran medida un asunto económico, así en Euskal Herria como en Els Països Catalans. El resto es aliño. En las inmediatas elecciones catalanas el incentivo es votar indepe también. Así las cuentas salen mejor, sobre todo con un Gobierno del Estado central abierto de cuerpo y alma a lo que sea menester por seguir en el poder. Esgrimiendo concordia: nada de violencia, por Dios.

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