El Pingurucho en su lugar

Es un cambio radical con respecto a la anterior obsesión de alguien por arrasar la Plaza Vieja

Si no fuera porque es muy largo, el titular de esta columna serían las contundentes declaraciones de Eleni Myrivili, directora de Calor de ONU-Habitat: “Es criminal construir hoy plazas sin sombra ni elementos refrescantes”. La actualidad del tema es obvia: el Mediterráneo en llamas, América y Asia tres cuartos de lo mismo… lo comentamos la semana pasada. Y ahora, el Ministerio de Presidencia ha incoado un expediente para salvar El Pingurucho como lugar de memoria histórica. Y dirán ustedes ¿qué tiene que ver El Pingurucho con el calor y la sombra? Pues que, precisamente, la demolición (lo del traslado era un eufemismo) del monumento en cuestión estaba incluida en el proyecto de remodelación de la plaza de la Constitución, que también quitaba los árboles. Los árboles ya se habían salvado por resolución de Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Y ahora, por fin, también se va a escapar el cenotafio de los liberales, porque el actual Consistorio ha dicho que no va a presentar alegaciones al expediente referido. Es un cambio radical con respecto a la anterior obsesión de alguien por arrasar la Plaza Vieja. Como tampoco fue recurrida la sentencia de los árboles, se remodelará la plaza con arreglo a un nuevo proyecto. Con árboles y con El Pingurucho. Esperemos que sea con abundante vegetación y –cosa que también recomienda la ONU- “con elementos refrescantes”. Los árboles no solo dan sombra, sabemos desde que estudiábamos ciencias naturales con José María Artero que los vegetales absorben CO2 y producen oxígeno.

A ver si pasa de una puñetera vez la moda de las plazas duras, que con tanto amor adoptaron hace décadas arquitectos, urbanistas y políticos municipales. Por cierto ¿Campo Baeza proyectaría hoy la plaza de la Catedral con semejante falta de sombra? Porque, recordemos, ese diseño es de 1978, y resultaba tan novedoso que, aunque resultó ganador del concurso que había convocado el Ayuntamiento, nadie se atrevió a llevarlo a la práctica. Hasta que muchos años después alguien vio en un cajón el proyecto del –entonces ya famosísimo- arquitecto…y ahí tenemos nuestra “sombreada” plaza de la Catedral, lugar fresco y propio para descanso y paseo de indígenas y forasteros. Al sol de Villalán (“No de Portocarrero”, como demostró Emilio Esteban Hanza). Almería, donde el sol pasa el invierno.

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