República de las Letras

Grândola, Vila Morena

50 años de la Revolución de los Claveles, que acabó con la larguísima dictadura portuguesa el 25 de abril de 1974

El 25 de abril de 1974, a las 0 horas y 20 minutos, Radio Renascença emitía la canción de José Afonso –o Zeca Afonso– “Grândola, vila morena”, que estaba prohibida por el régimen autoritario portugués:“Grândola, vila morena / terra da fraternidade / o povo é quem mais ordena / dentro de ti, ó cidade”.

Fue la señal del comienzo de la revolución que derrocó al último dictador, Marcelo Caetano, y dio paso a la democracia después de casi cincuenta años de dictadura en Portugal. La revolución, llamada de los Claveles porque los inexpertos soldados que la llevaron a cabo, reclutas aún sin instruir militarmente, en su confraternización con el pueblo, colocaron estas flores en los cañones de sus anticuados fusiles, lejos de venir a sustituir una dictadura por otra, solo pretendía devolver la soberanía al pueblo e implantar pacíficamente la democracia, y acabar con las tres guerras coloniales que desangraban al país. Las últimas colonias portuguesas alcanzarían su soberanía entonces.

Nunca tuvo líderes claros. Ni Antonio de Spínola, ni Ernesto Melo Antunes pretendieron nunca la toma del poder por los militares, sino únicamente acabar con una dictadura que mantenía al país encorsetado y atrasado, poner en marcha la democracia y volverse pacíficamente a sus cuarteles. Y todo ello sin disparar ni un solo tiro. Toda una lección para el país vecino, España, que siempre había mirado a quienes compartían con él la Península Ibérica por encima del hombro. El golpe portugués, de hecho, animaría a la creación de la clandestina UMD española, la Unión Militar Democrática, con idénticas intenciones, pero peor suerte: los oficiales que la componían habrían de ser, en su momento, amnistiados por la democracia española posfranquista. En España el dictador aún mantenía el poder con mano de hierro. Meses antes había sido ejecutado a garrote vil Salvador Puig Antich y en septiembre del 75, a dos meses de la muerte de Franco, serían fusilados cinco militantes antifascistas, lo que generó una ola de repulsa política y social dentro y fuera del país.

Portugal se incorporaba así, antes que España, al club de los países democráticos, que hoy son apenas un centenar en todo el mundo, tan solo el 30 % de la población total del planeta: todo un fracaso en la evolución política de la Humanidad.

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