Secularmente somos un país de malos hermanos y peores parientes.Y también somos capaces de una lealtad, creatividad y generosidad ejemplares. Nuestra historia nos da la oportunidad de aprender y reflexionar sobre todo ello. Perseverando en un cainismo que no ha traído otra cosa que miseria moral, material e intelectual, hemos llegado al siglo XXI sin liberarnos de las cadenas que nos impiden aprender en libertad, con honradez intelectual, nuestra historia y cultura. Éste es el erial sobre el que se asienta el complejo de autodestrucción español. Lucrativo negocio para unos cuantos, catástrofe para el común de los españoles. Nefasto para Europa e Iberoamérica porque España no desempeña el papel metapolitico que tanto necesitamos. Los españoles debemos asumir nuestra historia y no permitir que la élite política, sus patrocinadores y patrocinados, la manipulen y falseen a conveniencia. No pensamos, argumentamos y debatimos. Se imponen dogmas y se propagan adoctrinamientos convenidos y convenientes para sus ideólogos y rentistas. Han logrado algo delirante, necio hasta la desesperación: usar los idiomas como armas. Se prohíbe y persigue el idioma que ha hecho universal nuestra cultura y civilización: el español. Que difícil ha sido y es conjugar en España el verbo unir. En la representación de este drama también tienen su papel los fueros territoriales que heredamos de la Edad Media. Con todo respeto y amor por el conocimiento los animo a que lean, busquen libros, documentales, sobre el medievo español; conocer la compleja historia de estos siglos nos libera de las falacias mitológicas adoctrinarías actuales. El fuero medieval es una ley o conjunto de derechos que un monarca concedía a un territorio, ciudad o persona; los más conocidos son los de Navarra y el País Vasco. Desde 1978, y debido a la falta de parlamentarismo, craso error de nuestra democracia, el totalitarismo nacionalista ha potenciado que los fueros medievales se transformen en lo que hoy conocemos como cupos, con un trasfondo de abuso presupuestario y jurídico indecente. La Constitución nos otorga derechos y deberes a todos los españoles. En 2019 no se puede pasar por alto que dependa del punto geográfico de nacimiento nuestra condición de ciudadanos españoles: unos con fuero y otros sin fuero o fuereños, porque parece que están en otra Carta Magna. Somos un país no unos cupos.

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