Enemigos de la libertad

No quieren captar su esencia y se detienen en los accidentes, confundiendo efectos y causas, fines y mediosCon aquella guitarrita expresaba yo todo lo que sentía mi corazón en una edad en que estaba descubriendo el amor

Estimados y apreciados lectores, ante todo feliz Noche Vieja y que tengan un próspero Año Nuevo, y sigan leyendo con salud "sine die" este Diario de Almería.

En anteriores artículos he escrito sucintamente de la concepción clásica de la derecha y de la izquierda, desde perspectivas en lo ontológico y en lo gnoseológico, reflejadas en la semántica, la simbología, la literatura, e incluso a través del psicoanálisis, y, de otra parte, el planteamiento, que hoy vemos proyectado en el papel impreso y en el ambiente: de derecha, de izquierda y de centro. Y con esta tridivisión hemos vuelto a pasar a la quintipartición por la reiterada alusión a pie de calle y medios de comunicación, y en general de los mass media, a la extrema derecha y a la extrema izquierda.

Cada día el fragor de irascibilidad sube cotas más elevadas ante la politización en el sentido pragmático de estas calificaciones, en el caso y solo en el caso de la extrema derecha se presenta agravada como una descalificación. No podemos obviar que la actual clasificación en pleno siglo XXI obedece a una posición agnóstica acerca de la existencia de un orden objetivo y a una mentalidad subjetiva de lo verdadero, lo bueno y lo justo, que en el caso de discrepancia debe resolverse con una síntesis en una posición ecléctica o por un criterio puramente cuantitativo como es la ley de la mayoría.

No obstante, hemos visto como esta semana en el Palacio de San Telmo, el juego dialéctico antes referido está de hecho establecido, no hay casi nunca resistencia gubernamental al mismo, y, cuando la hay, es denominada "violencia institucionalizada", asegurándose que justifica por sí sola suficientemente, o por lo menos explica la razón negativa al diálogo, inclinándonos poco a poco hacia el camino de la catástrofe, segura aunque lenta, en cierto modo, que nos quieren disfrazar con la nueva situación creada.

Aunque es un problema político, para muchos es de moral social, tan viejo como el mundo, aquellos que siguen juzgando a las personas por el follaje de las apariencias, sin penetrar en la raíz de la cosa pública. No quieren captar su esencia y se detienen en los accidentes, confundiendo efectos y causas, fines y medios.

Mis últimas palabras, de apoyo y testimonio al Guardia Civil de paisano, que sufrió la ignominia de ser vilipendiado por llevar en la manga de su polo el color de la sagrada Bandera Nacional.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios