Una raya en el mar

Cine español, un respeto, por favor

No hay nada en este país como nuestro cine nacional, un arte que habla de nosotros con los ojos abiertos al presente

Todavía retumban en las redes sociales las burundangas del vicepresidente de Castilla y León, de Vox, y su desprecio por el cine que se hace en este país. Su perorata es una repetida cantinela que, en boca de un representante del gobierno de Castilla y León está tan próximo a la ignorancia como al cine tipo Pajares o Esteso, que es el que recomienda. Mientras el cine americano de los años treinta envejecía por falta de imaginación, eran directores y guionistas españoles los reclamados por la industria norteamericana. Y cuando esa industria volvió a renquear, víctima del sistema de estudios de Hollywood, dio origen a un nuevo cine en Francia o Italia, pero España ya recreaba obras cinematográficas que eran referentes de la cinematografía europea, a pesar de censores del estilo de don Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León. El cine español de hoy bebe de aquel otro creado solo para valientes. Un cine hecho con calidad a pesar de la asfixia censora del momento. Los jóvenes de entonces lo veíamos sin plan de futuro, pero agarrados a él como si fuese un tren a toda velocidad, porque era el único sueño posible sobre un país de cemento. Era, ¿cómo decirlo?, el batiscafo en el que sumergíamos nuestros sueños y con el que huíamos de aquel paisaje en blanco y negro; un paisaje en el que el señor vicepresidente de Castilla y León se hubiese sentido más complacido vivir su melancolía arqueológica. Ese cine que algunos desprecian es capaz de urdir en hora y media el argumento de nuestra vida, donde puede estar contenido todo lo íntimo y lo público o tramar historias que se cruzan y luchan por unos ideales como en “Las buenas compañías”, de Silvia Munt, por ejemplo, que veremos el próximo lunes en el teatro Cervantes dentro del programa “Encuentros con directores de cine” de la Fundación Unicaja, o la atrevida y revolucionaria “Creatura”, la sofocante y tremendamente entretenida de “La llegada” son modelos de un cine español de alta calidad, gracias a la síntesis poética y narrativa que sólo compete al cine, ese combustible de recuerdos tan seductor como los sueños.

No hay nada en este país como nuestro cine nacional, un arte que habla de nosotros con los ojos abiertos al presente, espejo social de este país, capaz de narrar con garra nuestra identidad, dentro y fuera de la pantalla. Ese es nuestro cine, un respeto, por favor.

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