Escritos sobre el arte | Crítica

La línea ilusoria

  • Elba publica los 'Escritos sobre el arte' de Jean-Auguste Dominique Ingres, conjunto de notas extraídas de los cuadernos del pintor y publicadas por primera vez en 1870 por el pintor y erudito Henri Delaborde

La 'Gran Odalisca', obra de Jean-Auguste Dominique Ingres (1814).

La 'Gran Odalisca', obra de Jean-Auguste Dominique Ingres (1814).

Son muchos los pintores que han puesto por escrito sus pensamientos sobre arte, ya sea en forma de tratado, de compendio, de ensayo, de diario o de notas sueltas, siendo así que nos bastarán algunos nombres para fijar esta evidencia. De Vasari a Miguel Ángel, de Pacheco a Rubens, de Mengs a Henri Fuseli, de David a Delacroix, de Mondrian a Malévich (y Munch y Kandinski y Van Gogh y Salvador Dalí...), podemos disponer ante el lector la nutrida progenie donde estos escritos de Ingres encuentran su lugar; un lugar más complejo de lo que pudiera pensarse. Y ello por una razón, digamos, aristotélica, extraída de su Poética. Ingres, como la gran pintura del barroco, y contrariamente a las exigencias neoclásicas, prefiere la verosimilitud a una mera verdad mesurable. “Demasiada ciencia -anotará el maestro- puede mermar la sinceridad del dibujo”.

Ingres anticipa ya otras pinturas, igualmente lineales, cuya “verdad” habita más allá de lo visible

Obsérvese que Ingres hablaba de la sinceridad del dibujo y no de lo dibujado. De modo que quienes lo acusaron de ser un pintor conservador, inclinado hacia la línea y el trazo clásicos, y no a la expresividad del color, como su antagonista Delacroix, acaso no estuvieran del todo en lo cierto. ¿Por qué? Este sólido trabajo del contorno, tan vivo y sensual en Ingres, pero tan alejado del rigor académico, anticipan ya otras pinturas, igualmente lineales, cuya “verdad” habita más allá de lo visible. Lineales serán, a su modo, la pintura de Puvis de Chavannes, la de Cézanne, la de Vasili Kandinski y la de Pablo Picasso. Lineal había sido también (pero una linealidad que encierra un mundo en llamas), la pintura del Greco, de donde Picasso extraería el esqueleto del cubismo, como el Greco había extraído de sus iconos patrios una pintura donde se barajaron el color y el plano, ahormados fuertemente por un contorno.

Es esta linea ilusoria, esta irrealidad sensual, que atiende a las ensoñaciones del pintor y a la prosecución de un clima de conjunto, la que se nos presenta bajo una aparente norma clásica. Sin embargo, es fácil comprobar la profunda irrealidad de su Gran odalisca, cuya imposibilidad física, tan notoria, obra en favor de una evocación sensorial, sobre cuya eficacia no será necesario insistir ahora. Es, pues, una temprana bilocación de la pintura entre lo exterior y lo interior lo que recogen estas notas de Ingres, sagaces y polémicas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios