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El faro de Cabo de Gata, entre los más asombrosos de Europa

Vista del faro de Cabo de Gata, con una caravana de coches aparcado en su falda para para visitarlo.

Vista del faro de Cabo de Gata, con una caravana de coches aparcado en su falda para para visitarlo. / Rafael González

El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar tiene multitud de encantos. Es una zona ambiental de gran valor, modelada por la naturaleza con el paso de los siglos. Su origen volcánico marcó una orografía complicada, a veces inaccesible, que hizo necesaria la construcción de un faro que avisaran a los barcos que se aproximaban a la costa almeriense, poblada de puntiagudas rocas que podían dañar el casco.

Aunque estéticamente no es tan llamativo, su entorno es idílico. Por eso, cada año son miles de visitantes los que tienen este bello rincón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, custodiado por su faro, con el Arrecife de las Sirenas como una de las joyas naturales más valoradas.

Al haberse convertido en una visita turística imprescindible para cualquier veraneante, los usuarios del potente buscador de vuelos y hoteles jetcost.es, lo han seleccionado como uno de los más espectaculares de Europa. Un total de cinco españoles y quince foráneos, donde la atalaya lumínica almeriense comparte puesto de privilegio con algunos tan bellos e históricos como la Torre de Hércules, el Faro de Santa Marta, el del Cabo de Hook o la Torre de la Doncella.

El faro de Cabo de Gata delimita el sur oriental de la Península Ibérica. Fue construido en el morrón del cabo, punto geográfico ya conocido en época de griegos y fenicios y utilizado durante toda la historia como punto de referencia para navegantes.

El faro que hay hoy en día es de construcción relativamente moderna. Data de 1863 y a lo largo del siglo XX se le fueron añadiendo las dependencias que lo completan. Se edificó sobre las ruinas del castillo de San Francisco de Paula, que formaba parte de la batería de defensa marítima existente en la costa almeriense y que fue destruido durante la Guerra de la Independencia. Construido sobre un acantilado de 50 metros y con una altura de torre de 18 metros, los destellos del faro son visibles a 30 millas de distancia [unos 45 kilómetros] complementado por una sirena acústica que los días de espesa niebla se activa avisando a los barcos de su presencia.

El faro fue construido como aviso a navegantes de la presencia de la peligrosa Laja del Cabo. Este arrecife, que se encuentra a una milla marítima dentro del mar, es el causante de numerosos naufragios durante toda la historia. El pecio más visitado por los submarinistas es el del buque checoslovaco Arna, que naufragó en 1928, y que antaño había transportado mineral de hierro. Hoy día es refugio para peces y entretenimiento para buceadores.

Además, el faro también esconde su parte mitológica, puesto que en la antigüedad vivían muchas focas monjes en el Arrecife de las Sirenas, que los marineros confundían con bellas sirenas. El faro, como guía, tenía la misión de advertir de la que la Laja del Cabo acechaba.

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