15ª del abono en la maestranza

Portagayolas, banderillas y fin

Esaú Fernández le enjareta este natural al cárdeno ‘Charrán’, primero de su lote y que se fue sin una oreja al desolladero. Esaú Fernández le enjareta este natural al cárdeno ‘Charrán’, primero de su lote y que se fue sin una oreja al desolladero.

Esaú Fernández le enjareta este natural al cárdeno ‘Charrán’, primero de su lote y que se fue sin una oreja al desolladero. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

COMO manda la tradición, miuras para arriar el telón de la Feria y todo eso lleva acarreadas sus peculiares consecuencias. Por lo pronto, un cartel de arrojados especialistas en la materia y un público habitualmente cariñoso con los héroes que osan ponerse delante del hierro más legendario que registra la historia del toreo. Una tarde en la que a nadie se le apetece comer pipas, pues la tensión difícilmente se ausenta en las dos horas y media que dura el espectáculo. Un espectáculo en el que abundan los alardes y también inopinados brindis al sol con el que rentabilizar la buena disposición del tendido. Y de todo eso estuvo bien surtido el festejo que ponía el punto final a dos semanas de ciclo continuado.

Tras el recibo a portgayola, espectacular larga de rodillas de Manuel Escribano al cárdeno ‘Dormido’, corrido en quinto lugar. Tras el recibo a portgayola, espectacular larga de rodillas de Manuel Escribano al cárdeno ‘Dormido’, corrido en quinto lugar.

Tras el recibo a portgayola, espectacular larga de rodillas de Manuel Escribano al cárdeno ‘Dormido’, corrido en quinto lugar. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

La tarde empezó con sentido homenaje a Manuel Escribano. Su tarde del sábado 13 de abril con los toros de Victorino Martín caló muy hondo y es más que posible que el llenazo de ayer viniese por el tirón que ha ido adquiriendo el bravo torero gerenense. Fue un sentido homenaje de Sevilla a un torero que ha ido labrando a fuego lento una carrera llena de dificultades y que se enderezó precisamente con un toro de Miura llamado Datilero hace una decena larga de años. Junto a Escribano hacían el paseo David Fandila y Esaú Fernández, un veterano curtido en innumerables batallas y un camero que anda queriendo abrirse camino en esto.

El Fandi estuvo a un nivel muy alto toda la tarde, como en este redondo a ‘Tejón’. El Fandi estuvo a un nivel muy alto toda la tarde, como en este redondo a ‘Tejón’.

El Fandi estuvo a un nivel muy alto toda la tarde, como en este redondo a ‘Tejón’. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

El Fandi celebra uno de sus pares de banderillas al violín. El Fandi celebra uno de sus pares de banderillas al violín.

El Fandi celebra uno de sus pares de banderillas al violín. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

Y empezando por el principio nos topamos con el primer recibimiento a portagayola de la tarde a cargo del primer espada, el granadino Fandi, para proseguir con lances genuflexo que dejaban clara la buena disposición del cárdeno Hazañoso. Bravo en el caballo, a renglón seguido compartieron tercio de banderillas El Fandi y Escribano, lo que se repetiría en los toros corridos en segundo, cuarto y quinto lugares. En aras a una economía de lenguaje, digamos que hubo pares de poder a poder, al quiebro en tablas y violines, varios violines. Fandila le brindó a Escribano y estuvo seguro con un toro que muestra un buen pitón derecho, pero que repone y es mirón, lo mata de media y ha de saludar. A su segundo, Tejón de nombre y cárdeno como todos pudo cortarle la oreja, pero ese buen presidente que es Fernando Fernández-Figueroa no vio suficientes pañuelos y David se quedó sin premio y con cara de disgusto.

Arriesgado par de banderillas de Manuel Escribano entablerado. Arriesgado par de banderillas de Manuel Escribano entablerado.

Arriesgado par de banderillas de Manuel Escribano entablerado. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

El Fandi no encontró el calor suficiente del tendido para haber tocado pelo también

Manuel Escribano se fue a chiqueros en los dos y en ambas ocasiones salió apurado del trance. Sus cartas credenciales estaban sobre la mesa, lució a su primero, Papelero, en el caballo, calentó en verónicas mirando al tendido, brindó su muerte a una plaza entregada por el tercio de banderillas al alimón que se sumaba al crédito anterior, recibió en los medios con escalofriantes pases cambiados, sonaba Suspiros de España cuando se gustaba al natural, llegó un aviso tras la media estocada y respondió al cariño con saludos desde el tercio. En el quinto salió más arreado si cabe, pues Esaú había tocado pelo y Fandila estuvo a punto, por lo que nuevamente se fue a la puerta de toriles para la cuarta portagayola de la tarde. No le salió como pretendía y lo subsanó con dos largas de rodillas en el tercio. Y en una tarde plagada de teclas sentimentales y tras el enésimo lío en banderillas, Manuel le brindaba la muerte de Dormido a la banda de Tejera, sin duda en agradecimiento por el detalle de tocarle la música el sábado 13 mientras esperaba en pantalón vaquero al victorino de turno. Pero Dormido no atiende a sentimentalismos y no va a colaborar en nada al triunfo de Manuel. Se revuelve, no se sale de la muleta y aquí paz y después gloria.

La estocada de Esaú a ‘Charrán’ que le valió una oreja. La estocada de Esaú a ‘Charrán’ que le valió una oreja.

La estocada de Esaú a ‘Charrán’ que le valió una oreja. / Juan Carlos Vázquez Osuna (Sevilla)

Digamos que en una corrida de toros como la de ayer, todos salieron triunfadores, pero en un escalón superior nos encontramos con Esaú Fernández, ese espigado camero que lleva una vida danzando en plazas de polvareda y matando hierros nada apetecibles. Poseedor de una buena técnica y con valor, Esaú, que estaba como de convidado de piedra en la mesa del Fandi y Escribano, dijo aquí estoy yo para a base de oficio meter en el canasto a Charrán, un gazapón que hasta dejó de gazapear por el manejo de la muleta de Esaú, que cobró una estocada tendida y cortó una oreja. En el sexto ya estaba dentro de la lista de invitados a la fiesta, le brindó la muerte de Berenjeno a sus compañeros de terna y ahí quedó la cosa, pues el toro, que había apurado en banderillas a Antonio Chacón, no pasa de las medias arrancadas y los derrotes por las nubes. Mató de pinchazo hondo y la miurada terminó con la sensación de que no cupo el aburrimiento, ya que cuando ese tipo de toro está en la plaza, ni pestañear está bien visto. En fin, portagayolas y banderillas para bajar la persiana.

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