Agricultura
  • Las leguminosas son cultivos de invierno que se recolectan coincidiendo con el cambio de estación

  • Juan Urrutia posee una de las plantaciones de habas más extensas de la provincia

Las habas, el primer sabor de la primavera almeriense

Juan Urrutia en el cultivo de habas. Juan Urrutia en el cultivo de habas.

Juan Urrutia en el cultivo de habas. / Marian León

Escrito por

Macarena González

LA llegada de la primavera es sinónimo de nuevas frutas y verduras de temporada, y esta es una de las épocas del año propicias para comer habas frescas, que han sido sembradas en invierno. Esta legumbre, que en ocasiones es confundida con una hortaliza, se cultiva durante los meses de otoño e invierno con la intención de ser consumidas en torno al mes de marzo o abril, con la llegada de la primavera.

Las habas son un cultivo de carácter anual y se dan en casi toda la zona mediterránea, y por supuesto, aunque no esté muy extendido, también se da con grandes dotes de calidad en la zona almeriense. En algunos pueblos de la zona de la Alpujarra, desde hace algunos años se apuesta por algunas leguminosas de invierno, que más tienen de producto gourmet que de básicos de la cocina, como por ejemplo, los tirabeques, los présules o como en este caso, las habas.

En la rambla de Tices, Juan Urrutia y su hijo apuestan por estas últimas, en un año en el que los precios han favorecido bastante la campaña. “Lo suyo es tener habas tempranas, plantarlas cuando acaba el verano y poder cosecharlas en diciembre que es cuando están a dos euros o más el kilo. Por lo general el precio de la haba es algo que todos los años se mantiene. Al principio de campaña está sobre dos euros y va cayendo levemente hasta aproximadamente el mes de mayo en el que directamente no podemos encontrar habas en el mercado”, explica.

“Son un cultivo de invierno porque necesitan frío y mucha agua. Este año la campaña ha sido muy atípica por el cambio climático, que al tener temperaturas muy templadas y no haber llovido demasiado han propiciado un desarrollo lento, e incluso pensábamos que no habría muy buena cosecha. Las lluvias de la Semana Santa han sido claves para que hoy estemos recogiendo una buena cantidad, porque han hecho que la planta se desarrolle notablemente en los últimos días de su cultivo”, destaca Juan Urrutia.

Es increíble observar con qué mimo y velocidad cosechan estos agricultores sus habas, una a una y con una rapidez sorprendente. Y es que cada uno de ellos llega a recoger hasta 100 kilos en una sola tarde, lo que se traduce en un buen número de cajas que son repartidas por los mercados locales de la provincia.

“En horario de mañana tenemos otras responsabilidades, venimos al 'bancal' por las tardes y vamos recolectando entre los dos lo que buenamente podemos, ahora con las tardes más largas estamos sobre unas 3 o 4 horas cosechando”, explica Juan.

El cultivo de la haba, según cuenta este agricultor, ha ido decayendo de manera drástica con el paso del tiempo, pues “tradicionalmente han sido consideradas como un alimento ‘humilde’ e incluso plantas forrajeras que se le daban de comer a los animales”. Pero ocurre que, como apunta su hijo, que bien entiende de como funciona el mercado agrícola, “una baja demanda hace a un producto exclusivo”, y en los últimos años son cada vez más las personas que se interesan por ellas como un producto gourmet de esta época del año.

“La gente come habas, pero no es un cultivo que se haga a gran escala por la zona, la demanda no es muchísima, ya que tradicionalmente se ha hecho más para consumo propio. Yo he intentado agrandar un poco el cultivo para tratar de extender este producto un poco más y llegar a la mesa de muchas más casas donde principalmente se consumen como acompañamiento de algunas comidas o a modo de snack en crudo”, apunta.

Este aspecto, también tiene su matiz positivo, pues el hecho de que no existan demasiados productores supone un déficit en los mercados si se compara con otros cultivos como el tomate, el pimiento o el pepino. “En Almería la mayoría de las personas viven de la agricultura, y plantar habas no te da para vivir, por eso no hay muchas explotaciones de esta planta como si las hay de otras hortalizas como el pimiento, el tomate o el pepino que son los reyes indiscutibles el campo almeriense”, reseña Juan.

Este hecho hace también que no exista una gran competencia desleal por la entrada de este producto de terceros países. “Si se importan habas, lo desconozco. No creo que nadie se dedique a traer habas a España, porque como la demanda es tan ínfima no conviene pagar costes de transporte ni jugársela con ellas”, apunta.

Otro de los aspectos que llama la atención cuando visitas la plantación de habas de este padre e hijo, es la cantidad de vegetación que rodea las plantas que dan esta leguminosa. “Hemos conservado todas las plantas que de forma natural han crecido alrededor del cultivo, porque no utilizamos ningún tipo de fitosanitario para curarlas de posibles enfermedades y las plantas atraen a ciertos insectos polinizadores así como a depredadores del pulgón. Otro de los motivos, es que necesitamos que la planta esté rodeada para darle estabilidad ante posibles vientos, ya que estamos en una zona bastante ventosa”, explica el más joven de los agricultores.

Aunque sin duda, lo más destacable de este reportaje es conocer donde nace la idea de apostar por este cultivo. Y es que, si una planta es beneficiosa para recuperar un terreno abandonado, según indica el joven agricultor, esa es la del haba. “A esta planta le sale Rhizobium en la raíz, que es una bacteria que ayuda a fijar el nitrógeno al suelo y que es propia de las leguminosas y fabáceas. Eso es lo que verdaderamente revitaliza el terreno”, aporta Juan.

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