¡Regeneración!

El PP debe saber conservar términos que no son antitéticos como tradición, cambio, renovación y progreso

Estos días puede decirse, por muchas circunstancias, que estamos a punto de doblar una página en la pequeña historia de las cosas de esta amada y quijotesca España. Dentro de unos días o meses, probablemente todo será igual, pero todo habrá cambiado un poco. Pero esto es justamente a lo quería aludir. Para que la esperanza no se frustre, para que la ilusión no se marchite, la necesaria renovación y el necesario progreso deben saber respetar ciertas cosas, manteniendo el debido equilibrio en la sociedad civil, siendo el reto más importante que tenemos actualmente ante nosotros, y por este elegante comportamiento, triunfó la Transición política hace cuarenta primaveras tras una guerra "incivil" y cuarenta años de régimen autoritario. Desde este humilde angular amanuense y desde mi imperativo y aséptico retiro monacal funcionarial, para que el Partido Popular se encuentre, de verdad, un camino de profunda y auténtica renovación debe saber conservar y actualizar aquello que es permanente inalterable desde su fundación: tradición, cambio, renovación y progreso no deben ser para un partido basado en la gestión y buena gobernanza, términos antitéticos, ni contradictorios, sino complementarios y concordantes. Para que ello sea posible y tenga pleno sentido, hay que pedirle a los afiliados, algo que sé que está, de antemano, en vuestro ánimo y en vuestro corazón, ya que sí algo ha caracterizado al Partido Popular en sus etapas gubernamentales, a nivel nacional, es su carácter no inmovilista. Pero ha llegado el momento de la regeneración, aceptando el reto de la propia responsabilidad, que será, sin duda alguna, el único camino positivo para poder exigir a las grandes gentes de este sublime país, la confianza suficiente para hacer fructificar nuestros talentos, haciendo cambiar, en lo que sea necesario, los rumbos de los últimos tiempos. En fin, son necesarias mujeres y hombres, mayores y jóvenes, que destaquen por su hombría de bien, su valentía, su sinceridad, su competencia profesional, su madurez intelectual, su sensibilidad moral, su conducta intachable, su brillantez notoria para formar un grupo humano que aliente los hálitos de la regeneración por el bien común de todo un país, que brilla con la luz propia de su Historia, a pesar de los eclipses mecánicos no naturales, derivados de los sentires expresados fuera de las urnas en la Carrera de San Jerónimo.

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