UD ALMERÍA | LA CONTRACRÓNICA

El Almería abraza la contradicción como compañera de viaje

Choco Lozano se lamenta de una de las ocasiones falladas. Choco Lozano se lamenta de una de las ocasiones falladas.

Choco Lozano se lamenta de una de las ocasiones falladas. / Javier Alonso (Almería)

El próximo lunes, 20 de mayo, el Almería cumplirá un año sin vencer en el Power Horse Stadium. Tras la derrota contra el Barcelona, los rojiblancos cumplirán este negativo aniversario tras una temporada en la que todavía no han sumado los tres puntos jugando como locales. La última vez fue contra el Mallorca, próximo rival de los de Pepe Mel, en un triunfo que supuso media permanencia y que se logró con tres goles de Lázaro Vinicius.

La primera de las contracciones del encuentro contra los blaugranas es la abismal diferencial entre la 22/23 y la 23/24. No solo porque el curso pasado los almerienses doblegaron al equipo de Xavi, a la postre campeón del campeonato liguero, sino por el rendimiento general en casa. Mientras el cuadro de Rubi sumó 33 puntos como local, con 10 victorias, este Almería ha cosechado solo ocho puntos en ocho empates.

Curiosamente, cuatro de ellos contra los equipos que se encuentran en la zona alta de la tabla. El Almería ha neutralizado a equipos como el Atlético de Madrid, Girona, Athletic Club o Real Betis, aunque ha dado una pobre imagen en los partidos que, según definió acertadamente Rubi, eran de su liga.

Adri Embarba conduce el esférico en el duelo contra el Barcelona. Adri Embarba conduce el esférico en el duelo contra el Barcelona.

Adri Embarba conduce el esférico en el duelo contra el Barcelona. / Javier Alonso (Almería)

Una derrota contra el Barça que, contradictoriamente, no se fraguó por la debilidad en área propia. Es cierto que el equipo encajó los dos goles protocolarios que recibe durante todas las jornadas, pero sin el drama atrás que supuso el encuentro del Benito Villamarín. No obstante, estos dos tantos sitúan a este Almería como el peor de la historia en Primera en la faceta defensiva, con 72 goles en contra.

La segunda contradicción de este partido fue el desacierto en área rival. Un equipo que es colista con 17 puntos no se presupone como adalid de grandes virtudes, especialmente en el dominio de ambas áreas, pero lo cierto es que hay ocasiones que tienen que ser gol. Pepe Mel lamentó que su trabajo se limita a que los jugadores lleguen a metros finales, otorgando la responsabilidad del gol a los atacantes.

Hubo tres oportunidades en las que, cuando el tanto casi había subido al electrónico, el balón incompresiblemente no acabó entrando. Leo Baptistao, Adri Embarba y Choco Lozano fueron los protagonistas de estas acciones en las que Ter Stegen respiró aliviado viendo que su portería quedó a salvo de las acometidas rojiblancas.

Parafraseando a Robe, “hoy no he probado bocado, quién sabe si mañana”. Sin embargo, no hay un mañana para un conjunto que ha fallado 56 ocasiones claras a lo largo de la temporada. Una media de 1,5 por partido que, si lo unimos con los 72 goles encajados, provocan un cóctel letal propio de uno de los peores planteles de la historia de Primera División.

La tercera y última contracción que se vivió en el Power Horse Stadium no fue en el terreno de juego, sino en las gradas. Un importante número de aficionados, no solo en esta ocasión, sino a lo largo de la temporada, ha silbado más a los seguidores que se han mostrado críticos con el equipo que a los propios jugadores. Con los cambios, varios de ellos se fueron incluso ovacionados. La última perversión generada en un estadio que está cerca de cumplir 365 días sin ver ganar a su equipo. Y lo que queda.

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